lunes, 13 de abril de 2015

La voz de los nadies

Fue nadie
campesino
indio
palestino
niño fumigado
explotado
obrero reprimido
exiliado
desaparecido
homosexual
mujer y hombre


fue bosque
montaña
ríos y mares
rabia
sueño
utopía y realidad

fue días
y es Palabra andante
 _______________________________________

Hoy se fue un Maestro. Voz de los sin voz. Mejor dicho, de los que tienen voz pero nunca son escuchados. Compromiso, palabra, lucha. Todo eso, y mucho más, fue Eduardo Galeano. Lo homenajeamos recopilando algunos textos sobre esta noticia. Y no olvidemos que el mejor homenaje es leerlo y luchar por otro mundo en el que los oprimidos de las crónicas de Galeano sean parte del pasado y no presente. Otro mundo que no esté al revés. ¡Buen viaje, Maestro!

_______________________________________

 Los ninguneados perdieron a su mejor cronista

Un recuerdo de Eduardo Galeano, que su paisano Raúl Zibechi envió desde Montevideo para lavaca


Quien escucha los latidos de abajo, acoge sus dolores, comparte sus risas y llantos; quien se esfuerza por entenderlos sin interpretarlos, por aceptarlos sin juzgarlos, puede ganarse un lugar en los corazones de abajo. Eduardo Galeano recorrió las más diversas geografías latinoamericanas en trenes, a lomo de mula y a pie, desplazándose en los mismos medios que los abajos. No buscaba mimetizarse sino algo mayor: sentir en su piel los sentires de otros y otras para hacerlos vivir en sus textos, para ayudarlos a salir del anonimato.

Eduardo fue un hombre sencillo, comprometido con la gente común, con los nadies, con los oprimidos. El suyo fue un compromiso con la gente de carne y hueso, con hombres y mujeres vivientes y sufrientes; mucho más profundo que la adhesión a ideologías que siempre pueden ser maleadas según los intereses del momento. Los dolores de abajo, nos enseñó, no pueden ser negociados, ni representados, ni siquiera explicados por el mejor escritor. Lo mismo vale parar sus esperanzas.

Entre sus muchas enseñanzas, es necesario rescatar su puntilloso apego a la verdad. Pero esas verdades las encontraba lejos del mundanal ruido de los medios, en los ojos hambrientos de la niña india, en los pies tajeados de los campesinos, en la sonrisa cándida de las vendedoras, allí donde los ninguneados dicen sus verdades de todos los días, sin testigos.

Nunca tuvo la menor duda en apuntar hacia los responsables de la pobreza y el hambre. Como aquellas crónicas sobre la crisis de la industria uruguaya, cuando con apenas 20 años era el jefe de redacción del semanario Marcha, uno de los primeros y mayores exponentes de la prensa crítica y comprometida. En ellas denunciaba a los poderosos con nombres, apellidos y propiedades. Sin vueltas. Porque, como le gustaba decir, “los medios emputecen las palabras”.

Pero fueron sus reportajes sobre las luchas y resistencias de los abajos las que dejaron huella temprana, indeleble. Como aquella que tituló “De la rebeldía en adelante”, en marzo de 1964, relatando la segunda marcha “cañera” (trabajadores de la caña de azúcar). Su mirada se detenía en los más de 90 niños que la integraban, en doña Marculina Piñeiro, tan vieja que había olvidado su edad, por la que parecía sentir especial admiración. “Querían ganarnos por hambre. Pero por hambre, qué íbamos a perder. Estamos acostumbrados, nosotros”, le dijo la mujer, madre y nieta de cañeros.

Su pluma daba forma a la vida cotidiana de los desheredados, pero no se conformaba con retratar su dolor, se afanaba en pintar –de vivos colores- la dignidad de sus pasos, la rabia capaz de sobreponerse a la represión y las torturas. En primer lugar aparecían, siempre y en cada una de sus notas, las gentes que encarnaban sufrimientos y resistencias. Tal vez porque estaba obsesionado por la indiferencia de los más, a la que consideraba “un estilo de vida” cuyo cascarón debíamos destruir, que para eso escribía sus artículos.

Entre los muchos homenajes que recibió en vida, tuvo el privilegio de que el maestro de la escuelita zapatista José Luis Solís López adoptara Galeano como seudónimo. Es muy probable que el maestro no se referenciara en el escritor. En todo caso, Eduardo y el zapatismo se conocieron y reconocieron enseguida. Como si toda la vida se hubieran estado esperando. No los convocó un programa ni una tabla de demandas, sino la ética de estar-siendo, abajo y a la izquierda.

Eduardo Galeano estuvo en La Realidad en agosto de 1996. Participó en una de las mesas del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. Habló poco, fue claro y dijo mucho. En aquellos días, y en muchos más, sembró Galeanos, contagió Galeanos, que ahora caminan Galeanos enarbolando su digna y Galeana rabia. Los ninguneados de siempre lo llevan en sus corazones.

Raúl Zibechi
Fuente

_______________________________________

La muerte es mentira


Se dice por las calles oscuras, por las ochavas marginales, se lee en los pulgares de los pies sucios de los pibes, en las hojas de los diarios que se lleva el viento, se borronea en la inundación de las periferias y en los niños panzones de hambre de Somalía, se murmura en los cafés de Montevideo, en las callejas de Bogotá, en las pesadillas de los nadies, en la frontera negra de los mexicanos. Se corre por ahí que murió Eduardo. Pero no puede ser. Porque le creímos cuando nos dijo que la muerte es mentira.

Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo.

_______________

                                                                     La creación

Por Eduardo Galeano

La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio.

Los indios makiritare saben que si dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento.

La mujer y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y armaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios, soñando creaba, y cantando decía:

Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira.

                                                  ¿Qué es la muerte para usted?

-Depende de la hora del día. A veces me angustia. A veces le tengo miedo. A veces me resulta indiferente, y otras veces, las más frecuentes, creo que la muerte y el nacimiento son hermanos. Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible. Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo.

-¿Le temió a la muerte en el momento de su enfermedad?

-No. Ya habíamos tenido otros encuentros. Estamos acostumbrados, somos íntimos.

Fuente

_______________________________________ 

Otros textos de Eduardo Galeano publicados en la página acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario